Guerrera del cielo, amante de la tierra.
Transición entre el deseo y lo etéreo.
Entre la carne y el cosmos.
¿Acaricio tu piel o tus alas?
Mejor no peses mi corazón
en tu dorada balanza,
pues hacia ti siempre
se habrá de inclinar.
Con tus plumas cúbreme,
en tu traslúcida desnudez
envuélveme.
Y desde tu mística roca
emprendamos el vuelo,
traspasando el portal
de nuestra pasión
hacia una total conjunción...
RODOLFO SÁNCHEZ OCHOA...
De su propiedad y del Gran Espíritu
Imagen de la red
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